El sistema. A veces sumidos en el desenfreno y en la velocidad en la que se desarrollan nuestras vidas, con el despertar acelerado, la monotoneidad del trabajo, las obligaciones familiares y profesionales que no nos da tiempo a detenernos y a valorar lo que tenemos.
Ante las críticas al sistema, creo que es de justicia detenerse un momento para analizarlo y comentar: una policía que participa ante la comisión del delito, con sus más y sus menos pero que actúa en lo general, con rigor; una fiscalía que en su papel ejerce de acusación con un juez que hace de filtro y control ante la detención o desarrollo de la investigación.
Y como no, nosotros, la abogacía que vela por los derechos y libertades de nuestros clientes.
Todo ello armonizado en unos tiempos, plazos y ritos, que hacen que el sistema en definitiva no colapse y nos provea bienestar. ¿Son necesarias reformas? Sin duda. La búsqueda de la excelencia tiene un largo camino pero lo que es irrefutable es que hoy el sistema aún con sus vicisitudes funciona.