El hastío hacia una clase política, incapaz de solucionar los problemas de la gente, llevó a la deriva política de la primera mitad del siglo XX en España y Europa. El auge del populismo (tanto de derechas como de izquierdas) nos hizo perder siglos de progreso por culpa de una política preocupada por un único fin: el poder.

España, cuyo régimen político es una democracia parlamentaria, tiene una oportunidad única para llevar a cabo esas reformas que, como en la Transición,  brindaron a España el mayor periodo de bienestar y prosperidad. Podríamos estar ante un gobierno de mínimos que pacte proyectos para alcanzar unos máximos: reforma de la justicia, reforma fiscal, reforma electoral, reforma en educación, etc.

Sin embargo no hemos oído cuáles son las propuestas ni cuáles son los pactos o condiciones para las mismas. Encontramos un PSOE más preocupado en sobrevivir que en apostar por España; un PP al que no hemos oído sus propuestas más allá de las concesiones políticas en Congreso y Senado; un partido como Ciudadanos que poco tardó en hacerse la foto con Sánchez en la anterior legislatura y bien callado está ahora… Y de Podemos ni hablemos ¿Dónde está?

España pierde la oportunidad única de progresar y convertirse en lo que deberíamos ser: una potencia mundial que compita en Europa y el mundo, dejando de parecer un preludio más próximo a África. Ocho meses sin Gobierno, incumpliendo el déficit, estando a la cola en educación según informe PISA y con una independencia judicial muy cuestionada. ¿Es esto serio? Parece que esos políticos que tuvieron la llave para modernizar y reformar nuestro país (como la tuvo Cánovas en su día) cierran la puerta a lo que simplemente no les interesa. Espero que agosto les haga reflexionar.

“Para ir delante de los demás, se necesita ver más que ellos” José Martí.

Juan Gonzalo Ospina Serrano

Abogado – Politólogo

Presidente de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid.